El encuentro entre escritores y músicos es habitual, la ópera y sus libretos lo constatan. Pero ya es menos usual que estas relaciones (en este caso, con un músico-intérprete) fructifiquen en un libro, como son estos entretenidos encuentros entre Haruki Murakami (escritor con un trasfondo muy musical en sus novelas, postulado cada año para el Nobel) y Seiji Ozawa, publicado primorosamente por la editorial de Murakami, Tusquets.
Otro cantar es la edición, que contiene numerosos errores en la traducción e impropios para el editor (se habla del “Anillo del Ring” de Wagner, que la introducción orquestal en un concierto antes de la entrada del solista sea traducida como “obertura” o “Tannhäuser trata de una historia sobre una competición de canciones”, la traducción de competición es poco acertada y quizá no sea esa la trama principal de Tannhäuser como sí de Los maestros cantores…; como estas, hay varias frases dudosas y con desatinadas traducciones).
Cuestiones de traducción aparte, el enfoque de la conversación entre amigos convierte el libro en una lectura fácil, distendida, para cogerlo cómodamente con hashi o palillos japoneses para sushi. No es un libro donde se transmitan cuestiones filosóficas de la música, ni revelaciones al lector que le hagan subrayar los pasajes; su carácter repetitivo es constante y su simplicidad se apoya en que Ozawa, en realidad, no es un músico que interese al lector por su carácter filosófico. Imaginemos cómo habría dado de sí un libro de conversaciones con directores como Muti, Barenboim o Rattle, o entre los más jóvenes con Dudamel, Jurowski o Currentzis.
Ozawa cuenta cosas, pero su sencillez y a veces su desconocimiento de materias que presuponíamos decepciona al lector (no sabía, como gran mahleriano, de las pioneras grabaciones del Mahler de Mengelberg; o aun peor, del antisemitismo -¿omisión intencionada?- de la Filarmónica de Viena con Mahler en los años sesenta, ya que da razones inconsistentes acerca de lo poco interpretado del checo por los vieneses en aquellos tiempos…), que espera más de alguien que ha dirigido orquestas de tanto fuste (se habla mucho de Chicago, Boston, la Saito Kinen y las Filarmónicas de Berlín y Viena).
Murakami enfoca las charlas desde la discografía (es un coleccionista “compulsivo”) y en las grabaciones se llega a Bernstein, Karajan o Kleiber con facilidad, aunque se echa de menos que Seiji bese por donde ha pisado su maestro Lenny… Un buen apartado sobre el jazz desvela el lado más literario de Murakami, quien “gana” esta partida de ajedrez musical, especialmente cuando asiste a los encuentros musicales en Suiza que organiza anualmente Ozawa, y se desvive escuchando y contando la música de cámara, con profesores como Robert Mann: “El sonido del Cuarteto Juillliard tal vez no sea muy del gusto de los europeos -indica Murakami-. Los europeos prefieren una atmósfera más ambigüa, más vaga -contesta Ozawa”.
por Gonzalo Pérez Chamorro *
Música, solo música
Autores: Haruki Murakami y Seiji Ozawa
Tusquets Editores, 329 páginas
www.tusquetseditores.com
* crítica publicada en la revista RITMO de diciembre de 2020