Ensayo del pianista Adolf Pla, conocedor en profundidad de la obra del compositor catalán (cuya parte pianística ha sido llevada por el mismo a las salas de grabación), ofrece el primer estudio sustantivo integral de su estilo y alma compositiva. Pla divide bien sus fases compositivas fundamentales, donde el comentario particular de las obras combina la perspectiva histórica con el análisis musical. Todo ello con una buena ilustración de fotografías y fragmentos de pentagramas (un gran acierto de análisis detallados de sus principales obras de voz, piano…), en un texto global que posee una gran abundancia de ideas. Acompaña el ensayo con un índice onomástico y anexos muy útiles como un listado de obras agrupadas por índice de complejidad interpretativa, según criterio del propio Pla. La vida del artista está simplemente esbozada. Sin embargo la parte que Pla deja más de lado es la producción para guitarra, que aunque exigua, no deja de ser importante y hasta fundamental para la época y ha sido interpretada y grabada por los más prestigiosos virtuosos del instrumento. En definitiva, el ensayo finalmente revela a un artista de notable sensibilidad e individualidad y arroja nueva luz sobre su significado perdurable en las primeras filas del arte musical.
Mompou fue sin duda un poeta del piano, siguiendo los pasos de su admirado Chopin. Su obra se caracteriza por la elegancia, la melodía simple y directa, y las emociones inquietantes y profundas de la música popular traspasadas al pueblo receptor por un sutil filtro de impresiones y delicadeza. Característica de personalidad es su disgusto por el proceso de autopromoción y en parte a la extrema autoestima de la música en una época de individualismo desenfrenado. Fue el establecimiento del minimalismo como una “empresa en marcha” lo que ayudó a llevar su música a los programas de conciertos: las piezas cortas para piano de Mompou son mínimas en el mejor sentido de la palabra.
Su tratamiento de la armonía evita la dirección de la meta y establece tonos de color finos. Pero su lenguaje está recortado en comparación con el de Debussy, y tan a menudo como no, sus obras tienen títulos abstractos (como indicaciones de tempo). Mompou fue influenciado por la música popular catalana, no citaba melodías sino que a menudo comenzaba piezas con frases simples de característico contenido interválico y luego procedía a material que ofrecía contrastes muy sutiles con la música de apertura.
Mompou caracterizó su música, apoyado en el primer Satie, como "reconocimiento", un retorno a una especie de estado fundamental, básico de realización. Adoptó su método de puntuación (en muchas de las obras para piano) al eliminar las líneas de compás y las firmas de las teclas, y (como Bartók y otros compositores) colocando casuales solo antes de las notas a las que se aplican inmediatamente. También captó la idea de insertar comentarios, direcciones e imágenes surrealistas inusuales y, a menudo, de manera ilógica, en la partitura, que en realidad sirven para sugerir el estado de ánimo de un pasaje más adecuadamente que las marcas emocionales y de articulación normales. Su valiosa obra llega a su más alta meta con “Música callada” (música que ha caído en silencio). Y es que como bien decía asimismo Mozart: “El silencio en la música es muy importante. El silencio entre las notas es tan importante como las notas mismas”.
Y es que la música de Mompou necesita un intérprete que sea preciso y moderado, sin ser cerebral, en su forma más límpida y paradójicamente hipnótica, enfatizando la calidad de una sala cerrada, la resonancia de las campanas, en un cantar del alma misticista y sensible dentro de sí misma, como es la música de Mompou.
Editorial Boileau (2012/ 2018). Edición revisada y ampliada.
https://www.boileau-music.com/es/
por Luis Suárez