Poner en atriles una obra sinfónico-coral de la magnitud de los (neo-post-)románticos Gurrelieder de Arnold Schönberg, es una tarea hercúlea sólo asumible -sin cortes, arreglos o sucedáneos-, por grandes instituciones. David Afkham afrontó este reto en un concierto de temporada de la OCNE, junto con el quinteto de solistas vocales prescrito, un narrador de campanillas -nada menos que Thomas Quasthoff, en este rol-, dos coros fusionados a la sazón -el Coro Nacional y el de la Comunidad de Madrid- y una exuberante Orquesta Nacional de España, como contadas veces puede disfrutarse en este marco (con una base en la cuerda -y resto de secciones proporcionadas con aquélla- de diez contrabajos -algo que no se ve en la mayoría de los ciclos, en programa alguno-).
Todo un lujo que tuvo su premio en unas más diversas, ágiles y contrastadas segunda y tercera partes, tras una primera un tanto deslucida, en la medida que correspondiera, por el permanente desequilibrio dinámico del tenor con la orquesta. Desequilibrio que, indirectamente, potenció el intenso desempeño de la mezzosoprano, en momentos que, también es verdad, disfrutaba de mayor despliegue de tensión original sobre le papel.
Como dije, la segunda parte devolvió estas aguas a su cauce, pareciendo que, incluso el tenor tomara medida de la dinámica que le exigía tamaño elenco instrumental, con mayor ajuste en este sentido.
Un final espectacular, digno, por pretensiones, del titular de temporada “paroxismo”, para una obra que adolece -en algún que otro momento produce cierta sensación risible, pequeña mueca- de una excesiva dosis de carácter paródico -querido o no- que, a la obra, no la beneficia.
Todo un espectáculo visual y sonoro, adaptado a los mimbres vocales y… ¡narrador…! -¡vaya narrador, por cierto!: Quasthoff… y, además, haciendo alarde, en este difícil contexto, de unas facultades envidiables, dinámica incluida- y, sobre todo, una versión adecuada desde el podio a las características acústicas de la sala.
Una sala sinfónica que lució muy buena entrada en este viernes… pese a aquel remoque prejuiciado -basado ligeramente en alguna anécdota del propio Arnold-, que lucían antaño camisetas para inquietos, provocadores y asimilados de hace no demasiadas décadas: “Schönberg´s not bad”.
Unas características acústicas de la sala -con público- que, así, en ningún momento se vieron sobrepasadas, ni lo hicieron pensar siquiera, pese a las grandilocuentes dimensiones que le son propias a esta singular partitura del repertorio.
Luis Mazorra Incera
Juliane Banse -soprano-, Karen Cargill -mezzosoprano-, Simon O’Neill -tenor-, Barry Banks -tenor-, Wilhelm Schwinghammer -bajo- y Thomas Quasthoff -narrador-. Orquesta y Coro Nacionales de España y Coro de la Comunidad de Madrid / David Afkham.
Gurrelieder de Schönberg.
OCNE. Auditorio Nacional de Música. Madrid.