El Festival de Granada recibió a Valery Gergiev y a su orquesta, la Sinfónica del Teatro Mariinsky de San Petersburgo, como uno de los platos fuertes de la programación de este año. Para la ocasión, un doble programa con autores rusos de los siglos XIX y XX.
El primero de estos programas se centró en los padres del nacionalismo ruso: Mijail Glinka y su discípulo Nikolai Rimski-Korsakov. De Glinka se interpretaron sus dos oberturas españolas; en estas piezas extrajo la esencia de danzas folklóricas españolas tales como la jota aragonesa o las seguidillas manchegas y las cultivó en una partitura orquestal rica en matices tímbricos y giros melódicos.
La interpretación de Gergiev al frente de la orquesta del Mariinsky estuvo plagada de momentos brillantes. El director supo imprimir a la partitura un ritmo vivo y dinámico, tanto en la “Jota aragonesa” como en “Recuerdo de una noche de verano en Madrid”; equilibró magistralmente el rico entramado orquestal, dando particular protagonismo al primer violín, interpretado con gran elegancia y fuerza por la concertino Olga Volkova. La violinista, una de las violinista más destacadas del panorama europeo actual, fue también la responsable de las partes solistas en las dos obras que se interpretaron de Nikolai Rimski-Korsakov.
De Rimski-Korsakov interpretaron primeramente su Capricho español. Valery Gergiev, gran conocedor de este repertorio, se caracterizó por su concepción meridiana de los tempi y preciso calibrado de los colores tímbricos. Los potentes y limpios vientos, particularmente las maderas, destacaron en las “Variaciones” centrales, o como apoyo de las cuerdas en los demás números. La percusión, poderosa y exacta, fue igualmente un valor añadido a la interpretación: redobles de caja, castañuelas, golpes de platos y timbales configuraron un sustrato rítmico-expresivo muy oportuno. Y, cómo no, Olga Volkova en su posición de primer violín de la orquesta, encarnó su papel solista con una exactitud y presencia impactantes, ya fuera en las citas insertas en “Alborada”, en la línea melódica del “Canto gitano” o en el vibrante “Fandango asturiano” que da conclusión a la obra.
Sin duda, fue la noche de Olga Volkova, que compartió protagonismo con Gergiev en todas las obras. Su dominio del instrumento es prodigioso: la rotundidad de su détaché, la limpieza de los pasajes a dobles cuerdas, la linealidad de su legato y la musicalidad de su estilo hicieron de su interpretación de Scheherazade algo memorable. Por su parte, Valery Gergiev volvió una vez más a obrar su magia; con su aparentemente despreocupada dirección y su relativa economía de gestos mantuvo el control del la sonoridad en todo momento, articulando una y otra vez los motivos de atención entre cuerdas y vientos. Merecen también mención los solistas de la sección de vientos de la Orquesta del Teatro Mariinsky, que destacaron los múltiples y variados elementos temáticos con precisión y empaste, o las cuerdas, exactas tanto en los pizzicatti como en los momentos de gran desarrollo de arco.
En definitiva, se trató de un concierto de repertorio muy bien escogido y de ejecución perfecta a cargo de uno de las orquestas más precisas del momento, y todo bajo la batuta del quizás más reputado director eslavo.
Gonzalo Roldán Herencia
67 FESTIVAL DE GRANADA: ORQUESTA TEATRO MARIINSKY
Programa: Mijail Glinka, Obertura española núm. 1 y 2; Nikolai Rimski-Korsakov, Capricho español op. 34 y Scheherazade op. 35.
Orquesta Sinfónica del Teatro Mariinsky de San Petersburgo
Director: Valery Gergiev
Concertino: Olga Volkova (violín)
Fecha y lugar: Palacio de Carlos V, 30 de junio de 2018
Foto. Concierto del Festival de Granada en el Palacio de Carlos V.