Festival de verano del Teatro Auditorio de San Lorenzo de El Escorial
En el marco del Festival de verano del Teatro Auditorio de San Lorenzo de El Escorial, disfrutamos del levemente exótico “drama jocoso” en dos actos de Gioachino Rossini: La italiana en Argel. A todo ello en la segunda de las sesiones programadas, con la reconfortante visión inicial de un lleno absoluto en platea que favoreció ya de buenas a primeras, aquella natural expectación y contento que una empresa operística de estas características, suscita.
La aportación de esta propuesta escénica capitaneada por Joan Anton Rechi, residió en términos generales, en la concepción de la ópera del de Pésaro, con las chispeantes formas y maneras de una revista, género unido indisolublemente a nuestra tradición escénica musical acopiada, en sus ejemplos históricos más destacados, bajo el desahogado (y equívoco) nombre de zarzuela… ya, eso sí, en su género, no ya “chico”, sino “mínimo”…
Una idea valiente que diera así la vuelta a la pretensión habitual inversa. La de revisar las producciones de zarzuela en términos de ópera, queremos decir. Ambos enfoques, verdaderos arquetipos “de ida y vuelta”, se justifican -o no- dependiendo de la obra, pero, en éste caso, el punto de equilibrio con esta imagen tan familiar, frívola y afable, dio un buen resultado. Y es que ya hemos señalado por activa y por pasiva desde estas líneas, la dificultad que entraña el trasladar el humor, y su sentido, de un país a otro, de una cultura a otra… No digamos ya de un idioma a otro, cuando esto se ha dado en otros montajes…
Con esta hábil estratagema, la de envolver la presencia, vestuario y movimientos escénicos en términos de un género tan familiar y rutilante donde los haya en nuestro acervo cultural musical y dramático, fue, a la postre, una apuesta acertada en este contexto. Y me atrevería a decir, siguiendo con la chanza, que aún “más allá…”: “fuera de España y parte del extranjero…“
Más aun contando con una partitura generosa en su dinamismo y preciosismo cantábile, como las que ofrece siempre Rossini. Una partitura que dio así oportunidad de lucimiento individual y concertante a todos sus protagonistas, pero que, en esta noche, tuvo destacado y brillante despliegue en la caricatura de su personaje más productivo por exotismo y vis cómica: Mustafá. Un “auténtico” Bey de Argel el encarnado hoy por Carlo Lepore. Un personaje que, en esta versión escénica, hace ostentación de un conjunto de recursos escénicos de todo tipo y canoros, en un registro amplio y centrado en la voz del bajo italiano, que lo convierten, por momentos, en el pilar de la obra y en un alarde. En su misma línea pero con papeles menos centrales, ciñéndonos por ahora sólo a las voces masculinas: Francisco Brito en Lindoro, Joan Martín Royo en Taddeo y Sebastià Peris en Hally. Las voces femeninas, siguiendo el orden de aparición en escena, se concretaron en los roles de: Elvira por Arantza Ezenarro y Zulma por Alejandra Acuña, ambas con prestancia, proyección y ajuste en unos floridos y nada desdeñables papeles, y lógicamente, la solidez de la protagonista titular de esta farsa rossiniana, Isabella por Marianna Pizzolato.
La dirección musical corrió a cargo de Paolo Arrivabeni y contó con los Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. Así se diera vida también al jugoso sustento instrumental de la obra que tuvo su particular recompensa en el espontaneo primer aplauso de la tarde: el que recibiera al paso su relativamente conocido preludio, que, en esta ocasión, se acompañara, además, de un leve e inquietante ejercicio escénico.
Luis Mazorra Incera
Reparto: Isabella, Marianna Pizzolato; Lindoro, Francisco Brito; Mustafá, Carlo Lepore; Taddeo, Joan Martín Royo; Elvira, Arantza Ezenarro; Zulma, Alejandra Acuña; Hally, Sebastià Perisa. Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid/ Paolo Arrivabeni.
Director de Escena: Joan Anton Rechi. Escenografía: Claudio Hanczyc. Vestuario: Mercè Paloma. Iluminación: Sebastián Marrero.
La italiana en Argel de Gioachino Rossini.
Festival de Verano. Teatro Auditorio de San Lorenzo de El Escorial. Madrid.
Foto: Marianna Pizzolato.