En una velada dedicada a la memoria de la recientemente fallecida Montserrat Caballé, tuvo lugar el segundo concierto de inauguración de temporada de Ibermúsica protagonizado por la London Symphony Orchestra bajo la dirección del maestro Jaime Martín -uno de nuestros directores más internacionales- que debutaba con esta prestigiosa formación. En programa obras de Falla, Lalo y Stravinski.
Del primero fueron interpretadas las Suites 1 y 2 de El Sombrero de Tres Picos, ballet encargado por Diaghilev a Falla. El rotundo comienzo de timbales y metales del Mediodía presagiaba una versión dinámica y temperamental. Sin embargo, y a medida que avanzaba la primera Suite, se fue revelando la particular visión del director español, más centrada en la claridad expositiva de los inspirados temas, la urdimbre polifónica y tímbrica o el balance de los planos sonoros y los cambios de tempo de la obra, dando como resultado una visión muy equilibrada donde pudo escucharse nítidamente cada detalle de la partitura. Sin menoscabo de la parte expresiva, con cuidados fraseos y respiraciones (a pesar de echar de menos más prestancia en los motivos adjudicados a las cuerdas), los adecuados contrastes rítmicos entre las diferentes danzas y puntos climáticos de verdadera intensidad -como mostró la brillante Danza Final-, la LSO sonó precisa y segura, sin excesos, aunque cierta “flema inglesa” restó algo de carácter y energía a esta magnífica página orquestal.
Continuó el concierto con la Sinfonía Española de Lalo en la que intervino como solista el violinista Christian Tetzlaff. El primer movimiento se abrió con energía y contundencia, contribuyendo a ello la apasionada actuación de Tetzlaff, que dio el carácter adecuado a su parte, pasando del registro dramático al lírico de forma natural y convincente. La elegancia del tema principal, de colorido español, en el Scherzando o la gracilidad y empuje rítmico del Intermezzo fueron transmitidas con sincera inspiración por el solista y, sobre todo, en el carácter profundamente lírico del Andante, transitando de lo sombrío a lo luminoso. Con un verdadero alarde de virtuosismo, dominando cada uno de los escollos técnicos presentes en la página (escalas vertiginosas, el spiccato, pizzicati de mano izquierda o las dobles cuerdas) fue abordado el Rondo final. El balance entre solista y formación fue latente en toda la ejecución gracias a un Jaime Martín atento a ellos en todo momento.
El Pájaro de Fuego se desplegó gradualmente, exponiendo con minuciosidad y delicadeza los elementos temáticos que lo determinan, como el motivo inicial en los contrabajos o las melodías y ritmos basados en el folclore ruso desarrollados a lo largo de los distintos números que lo conforman. Los solistas de la LSO volvieron a mostrar las excelentes cualidades técnicas y musicales junto a la nítida lectura del maestro Martín. La recreación, por parte del director, en las partes lentas del ballet ocasionó cierta brusquedad en la entrada de las danzas más vigorosas mientras que la progresión en tensión del devenir sonoro logró resolver con contundencia, en un impresionante número final, la pérdida de pulso observada en la primera mitad de la obra.
Juan Manuel Ruiz
Christian Tetzlaff, London Symphony Orchestra / Jaime Martín. Obras de Falla. Lalo y Stravinski.
Ibermúsica. Auditorio Nacional de Música, Madrid.
Foto: El director Jaime Martín.