El próximo 26 de enero tendrá lugar en el Teatro Real el estreno de El ocaso de los dioses, última jornada de El anillo del Nibelungo, de Richard Wagner (1813-1883), que pone fin al colosal proyecto de la tetralogía que se ha presentado en este escenario en cuatro temporadas sucesivas y que ha contado con la dirección musical de Pablo Heras-Casado y la icónica puesta en escena de Robert Carsen creada para la Ópera de Colonia en 2000 y repuesta en numerosas ocasiones.
Las nueve funciones de la ópera comenzarán a las 18.30 horas, con excepción de los domingos, cuyo inicio será a las 17.00 horas, para adaptar el horario a la larga extensión de la obra (cinco horas y media).
La interpretación de esta colosal partitura contará con 11 solistas, 115 músicos -que estarán, como sucediera la pasada temporada en Siegfried, ubicados en el foso y en 8 palcos a ambos lados del escenario para mantener la debida distancia de seguridad sanitaria-, 62 miembros del coro y 17 actores figurantes.
El ocaso de los dioses, cierre de esta magna historia, fue, curiosamente, la primera de las cuatro óperas que forman El anillo... en ser concebida por el compositor. En ella asistimos a la trágica muerte de Sigfrido, al sacrificio de Brunilda, al fin de la tiranía de los dioses y a la destrucción del Valhalla. El destino, la maldición del anillo y la ambición de los dioses conducen a los protagonistas a un final irreversible en el que, en contraposición, reside una brizna de esperanza al volver el anillo a las hijas del Rin y restablecer el orden natural.
La estructura de la obra se asemeja a la de las tragedias griegas y en ella, el desarrollo musical camina en paralelo al devenir del drama, convirtiendo a la orquesta en una suerte de personaje o coro que anticipa, explica o narra la acción, avanzando entre los numerosos leitmotivs hasta llegar a la expresión trasformadora de la muerte de Sigfrido en la “Marcha fúnebre”-con una estructura tonal que va más allá de los límites formales de la música, asociada a una profunda reflexión filosófica-, y a la redención del mundo tras la inmolación de Brunilda.
Robert Carsen realiza aquí uno de sus trabajos más brillantes, representado con gran éxito en numerosos teatros, concebido en estrecha colaboración con el escenógrafo y figurinista Patrick Kinmonth y el iluminador Manfred Voss. A lo largo de cuatro temporadas han desarrollado la idea que traslada la alegoría wagneriana a la actualidad en un mundo contaminado, que destruimos entre todos, pero que nos dará la oportunidad de resurgir tras un fuego sanador.
Una vez más, el Teatro Real ha contado con algunas de las voces wagnerianas más reconocidas del momento: Andreas Schager (Siegfried), Lauri Vasar (Gunther), Martin Winkler (Alberich), Stephen Milling (Hagen), Ricarda Merbeth (Brünnhilde), Amanda Majeski (Gutrune/norna), Michaela Schuster (Waltraute), Elizabeth Bailey (Woglinde), Maria Miró (Wellgunde), Claudia Huckle (Flosshilde/norna) y Kai Rüütel (norna).
El Teatro Real completará, en estas funciones, la grabación audiovisual de La tetralogía para su distribución internacional y emisión en My Opera Player.
Foto: Joan Matabosch (director artístico del Teatro Real), Pablo Heras-Casado (director musical de El ocaso de los dioses y primer director musical invitado del Teatro Real), Robert Carsen (concepción y dirección de escena) e Ignacio García-Belenguer (director general del Teatro Real) / © Javier del Real - Teatro Real