Música clásica desde 1929

Crítica - Diego Blázquez y Manuel Vilas

19/06/2018

Tonos humanos para rematar el ciclo de El canto de Polifemo

Ninfas, deidades, nácares, ritmo ternario, hemiolia, fuego, tierra, aire, agua, ritmo binario, hemiolia, Menguilla y Pascual, Celia, Filis, indefinición tonal, Ay de mí, hemiolia, fragancias, Cupido, Ay Amor, orden de cuerdas diatónicas y orden de cuerdas cromáticas, aves cantan, arpa de dos órdenes, llorad corazón, hemiolia, voz entonada y expresiva, cantad, suspirad, hemiolia…

¿Les suena? Se llaman tonos humanos. Canciones profanas propias del barroco hispano que formaron parte del teatro musical de la época, óperas y zarzuelas, y se recopilaron en cancioneros para uso y disfrute de profesionales y aficionados. A fines del siglo XVII y principios del XVIII consistían en una voz con un acompañamiento instrumental que hacía el bajo continuo propio del barroco. Auténticos hits que se cantaban en los teatros, en los salones y cámaras, pero también en las tabernas y espacios más populares. La música, y en especial las canciones melódicas, ayer como hoy, han sido géneros transversales a todas las capas sociales de su época, y eso les confiere un valor especial en el mundo de la cultura. Quizá lo que diferencia los tonos humanos de otras melodías acompañadas, como los lieder de Schubert y otros autores románticos, es la combinación de un texto poético y la frescura de una melodía inspirada, que no exige dotes de virtuoso romántico sino expresión y buena dicción del texto (como ha hecho de manera inmejorable el cantante de esta tarde, Diego Blázquez).

El nombre de tonos humanos indica su carácter profano, en oposición a los tonos a lo divino  que ponían letras religiosas a una música ya conocida (lo que se ha practicado en muchas épocas, incluida la actual). Si la música de los tonos barrocos era inspirada, los  textos fueron escritos por grandes literatos y poetas del siglo de oro, como Calderón y Lope de Vega. Alta cultura todavía poco visible hoy, salvo para minorías.

Como colofón al ciclo de conciertos de El Canto de Polifemo que se viene llevando a cabo en la Iglesia de las Mercedarias Góngoras de Madrid bajo la dirección de Paco Quirce,  en el concierto de hoy, a cargo de Diego Blázquez, tenor, y Manuel Vilas, arpa de dos órdenes, hemos disfrutado de las músicas y los textos de siete conocidos autores de fines del siglo XVII y comienzos del XVIII, casi todos ellos vinculados a los teatros de Madrid.  Manuel de Villaflor, Juan Bonet de Paredes, Alonso de Flores, Manuel Ferreira, Juan Bonet de Paredes y los más conocidos, José Marín y Juan Serqueira.  

Si no les suenan sus nombres no se preocupen. Viven en los repertorios selectos de la música antigua, y a ellos se les ha dedicado conciertos, grabaciones, ediciones musicales de sus obras y estudios musicológicos. Ojalá pudiéramos escucharlos más veces dada la calidad musical y textual de las obras.

Los tonos seleccionados para el concierto pertenecen al llamado manuscrito Sutro (Biblioteca Sutro, San Francisco, California). Este manuscrito contiene una recopilación de más de 120 tonos humanos, a solo con acompañamiento de arpa, de los autores ya señalados más otros de gran importancia y fama en su época. La historia del manuscrito es digna de una novela, con sus intrigas políticas y familiares y sus viajes por México y Estados Unidos hasta llegar a la biblioteca donde se conserva hoy día. Manuel Vilas, experimentado arpista barroco que tañe un arpa de dos órdenes copia de un original (Domingo Pescador, Barcelona, 1704, conservado en el Museo de Ávila), se ha adentrado desde hace muchos años en este extraordinario repertorio. Vilas fue explicando en tres interludios del concierto, la fascinante historia del manuscrito y transmitió al auditorio esa fugaz sensación de ida y vuelta desde tiempos remotos, pues por primera vez desde el siglo XVIII se volvían a escuchar los tonos que se interpretaron en el concierto. Al menos en Madrid, pues es posible que se hubieran tocado en México en el siglo XVIII.

Quizá por aparecer de manera destacada el arpa de dos órdenes en las obras, Vilas y Blázquez seleccionaron del manuscrito muchas obras compuestas por arpistas de la época, además de añadir al programa dos obras solistas de arpa de uno de los más ilustres teóricos y prácticos del barroco, Diego Fernández de Huete. Huete fue arpista de la catedral de Toledo desde finales del siglo XVII y dejó un memorable tratado pedagógico con obras para arpa de un orden y de dos órdenes (Compendio numeroso de zifras armónicas… para harpa…) impreso en Madrid en 1702. Queda constancia así, a través del conjunto del programa, la eficacia del arpa de dos órdenes tanto para el acompañamiento del bajo continuo como en su repertorio solista.

Acerca de la voz, ¿se acuerdan ustedes del debate sobre la expresividad en la interpretación de la música antigua? Ha pasado ya mucho tiempo desde aquéllas versiones sobrias, incluso miedosas con el uso de los recursos musicales, y también, en el lado opuesto, las versiones casi comerciales de la música antigua. En mi opinión, el dúo Diego Blázquez y Manuel Vilas parte del estudio histórico y del respeto a las obras. Es la primera vez que trabajan juntos como dúo, aunque se habían encontrado antes en otros conciertos. Y el resultado es una interpretación expresiva, con sus dinámicas y agógicas que se intuyen muy pensadas por parte de los dos músicos. Diego Blázquez tiene una voz templada, potente, con registros interesantes en los agudos y clara en la dicción. Algo fundamental para entender el texto porque, volviendo al símil con los lieder románticos, en los tonos humanos es tan imprescindible la poesía como la música.

Como propina, ofrecieron un “neo-tono” (por llamarlo de alguna manera) realizado por Manuel Vilas a partir de fragmentos musicales y textuales de varios de los tonos que se habían escuchado antes; interesante experimento porque este “nuevo” tono nos resultó tan familiar al auditorio del concierto como seguramente les hubiera resultado novedoso a los oyentes de 1700. 

Como avisó el director del ciclo de conciertos, ya está prevista la programación del próximo curso 2018- 2019, que dará comienzo el 1 de septiembre de 2018. Cada vez más consolidado, este ciclo de música antigua tiene ya un público fiel y un papel importante en el ámbito madrileño.

Cristina Bordas

«En los jardines de Apolo. La música teatral en el Méjico barroco»
Intérpretes: Diego Blázquez, tenor y Manuel Vilas, arpa de dos órdenes
Ciclo El canto de Polifemo
Sábado 16 de junio de 2018.
Iglesia de las Mercedarias Góngoras (Madrid). 

Foto: Diego Blázquez, tenor y Manuel Vilas, arpa de dos órdenes, en la Iglesia de las Mercedarias Góngoras (Madrid). 

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